jueves, 9 de diciembre de 2010

Maldita soledad.

Pocos días después de llegar al centro y de recibir la carta del supuesto jefe de mi padre; Betty terminó con su paciencia, decidió escaparse del siniestro antro. Me dejó casi todas sus pertenencias y en un mísero despiste de las enfermeras salió del lugar, sin que nadie se percatara. Sin yo comprender y extrañándola mi llanto aumentó de tal manera que la soledad  y el añoro me invadían, inconscientemente fue mi culpa de que descubrieran de alguna manera que mi hermana ya no estaba allí. Ahora necesitaba más atención de las enfermeras y de los cuidadores con los qué ellos de mala gana, tenían más trabajos. Cansados de verme llorar me cambiaron de habitación, con otros niños de mi edad, los hermanos Sullivan, Fred y Brandom,siameses de naturaleza separados por el costado al nacer, supuestos hijos de satanás según las palabras de los médicos mayores. Ellos tenían mi edad, me entretenían con tonterías con tal de no ver mis caprichosas lágrimas,podría decirse que siempre estuvimos juntos. 


Los años pasaron lentamente, Los Sullivan se convirtieron en mis únicas compañías, no supe nada más de Betty ni de su presencia por el centro, según las enfermeras: Aquella rata me había abandonado, según Fred & Brandom: Estaba buscando como sacarnos a todos de allí, y aún no había encontrado ayuda. Yo no sabía realmente que creer, siempre tuve la imagen de mi hermana en un pedestal, como una reina pero en los últimos años esa imagen desvaneció. A los 8 años, nos mandaron un profesor para que nos enseñaran a leer y a escribir pero nosotros nos negábamos a dar clases, realmente no era como en un colegio normal sino como una cárcel donde nos trataban mal y apenas nos daban comida. Pronto yo también me escaparía de ese lugar, al menos eso era lo que yo quería, salir a la calle, escupir a la sociedad y recuperar a mi hermana para poder volver a estar juntas.

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