miércoles, 8 de diciembre de 2010

Estúpida chica de ciudad.

Podría comenzar escribiendo un largo relato sobre mí, como llegué a parar aquí sería un buen comienzo. Mi nombre es Maddison, Maddison Grimwood, aunque todos me llaman Maddie. Me remontaría a casi dieciséis años cuando el Coronel Bob Whate Grimwood partía hacia sus "Conflictos militares" o como mi hermana mayor Betty y yo conocíamos como la guerra. Según Betty, yo apenas tenía dos años cuando mi padre, si se puede llamar así, nos dejó en las puertas de un centro psiquiátrico-penitenciario a las afueras de Huntsdale a manos de la amante de mi padre, la enfermera del centro, Brenda Hunders.¿La causa o la razón? Autismo inventado por así decirlo. No tengo recuerdos de ese día, ojalá Betty tampoco los tuviera. Según las pocas palabras de mi hermana mayor, aquel día éramos el punto de mira de todo los pacientes y enfermeros. Rodeados por camisas de fuerza caminaban por el jardín de un lado a otro inmersos en su propio mundo de fantasías, crímenes inventados, fuerzas sobre naturales y propia traición. Caminamos por un largo pasillo, llenas de habitaciones cerradas, numeradas con una placa metálica en lo alto de la puerta, un poco abajo una ranura por donde servían las bandejas de comidas. Número 678, para nosotras el número de la mala suerte, para Brenda, la habitación de las niñatas. Poco más puedo contar de ese día. Cada vez que yo lloraba, una enfermera diferente venía y me atendía de mala gana. Cuando Betty lloraba, la misma enfermera venía y se limitaba a llevarla a otra habitación, con una camisa de fuerza hasta que dejase de llorar. En pocas semanas mi hermana aprendió lo valioso del silencio y lo mucho que añoraba el cariño de mi madre. Poco más puedo contar ya que con dos años te limitas a servir al instinto natural de la vida y del aprecio familiar, tampoco he preferido saber mucho más. Dos meses más tarde, le llegó una carta a Betty mi hermana, que aún conserva entre sus cosas y que hasta los 13 años no pudo comprendedla. Yo, tuve la posibilidad de leerla sólo una vez:

    <<Querida Maddison & Betty Grimwood Sullivan,
 Os confiero esta gorra de Coronel del fallecido Bob Whate Grimwood ya que ha sido su última voluntad. El pasado individuó murió el 16 febrero de 1994 a causa del último lanzamiento de granadas jacobinas por parte de los enemigos próximos. Os deseo mi más cordial pésame a pesar de lo sucedido. También os informo de que vuestra potestad ha sido concebida por la enfermera Brenda  Marie Hunders en voluntad de vuestro padre por lo que permaneceréis en el centro hasta cumplir la edad correspondida. Hasta entonces las propiedades del señor Grimwood serán vendidas y obsequiadas a sus prestamistas a causa de sus deudas.  

          Un cordial saludo el General Mayor; Edward J. Marr>>


Cuando mi padre murió y nos llegó esta carta, todo fue diferente. El trato fue a peor, la porción de comida disminuyó bastante y yo comprendí, quizás por primera vez en mi vida que aquello no era mi hogar sino el mismo infierno, al que todos llamaban el centro de Huntsdale. Aprendí a odiar a la sociedad y a creer que los sueños sólo existen para los que saben creer, pero yo, Maddie, no estaba entre ellos.

1 comentario:

  1. Esta historia me ha sobrecogido un poco :S
    Vaya palo para las dos hermanas.
    ¿La has escrito tú?
    Me gusta.
    Pasate por mi blog, me haré seguidora tuya ^^

    ResponderEliminar